domingo, 10 de febrero de 2013

DE VISITA AL MONASTERIO DE LA BUENAFUENTE DEL SISTAL (En el Señorío de Molina)





Convento de Buenafuente del Sistal

Plaza acceso a Buenafuente del Sistal

En los confines del alto tajo, y en mitad de ese desierto poblacional que suponen sus rochas, barrancos y vertientes; de repente entre la espesura del bosque de sabinas, robles y encinas, y aprovechando el valle formado a lo largo de los siglos por un pequeño arroyo, se encuentra el Monasterio de la Buenafuente del Sistal.
Monasterio de la  Buenafuente del Sistal

Desde pequeño he tenido gran vinculación con este lugar, pues mi padre herrero de oficio, bajo los encargos de Don Ángel  Moreno, capellán e impulsor de la supervivencia y perduración en el tiempo de este lugar, ha trabajo mucho en este Monasterio, pudiéndose contar por docenas las veces que lo he acompañado, junto a mis hermanos a poner rejas, barandillas, ventanas, antepechos, etc… y os puedo asegurar que en pocos sitios he comido tan sencillo y tan sabroso como en el comedor de las monjas de clausura.
 Don Ángel Moreno
Ligado al nacimiento del Señorío de Molina, desde el siglo XIII es y ha sido lugar de retiro espiritual y recogimiento, así como última morada de nobles y señores, vinculados al propio Señorío.
De hecho en relación a esto, también puedo contaros alguna anécdota de índole personal. Allá por los años 70 del pasado siglo XX, el Monasterio estaba en un estado casi ruinoso, la ingente actividad del recién llegado capellán, don Ángel Moreno, y la creación de la Asociación Amigos de Buenafuente, apadrinados por personas tan ilustres como el compositor y músico Don Narciso Yepes, o Doña Jimena Menéndez  Pidal, llevaron a la rehabilitación del mismo; ya transcurridos unos años, y ante la búsqueda de historiadores y estudiosos del enterramiento de algunos nobles del viejo Reino de Castilla, decidieron exhumar varios enterramientos de nobles del antiguo Señorío de Molina; se trataba de las tumbas de doña Sancha Gómez y doña Mafalda González de Lara (mujer e hija del tercer Señor de Molina); entre sedas y alguna joyas aparecieron sus momias, que posteriormente fueron depositadas en un cofre de hierro que hizo mi padre para la ocasión, por encargo de doña Jimena Menéndez  Pidal.
 
Recuerdo muy bien aquellos días, y las continuas visitas al taller de mi padre de doña Jimena; una mujer virtuosa, inmensamente sabia, y de una bondad infinitiva que no dejaba indiferente a nadie que la conociese; recuerdo también como mi padre decidió por su riesgo y cuenta poner unas asas para poder portar el cofre, asas que no aparecían en el dibujo que utilizaba de modelo, y que disgustaron a la secretaria personal de doña Jimena, de nombre Carmen Vallina; recuerdo con gracia la discusión testaruda de mi padre y la señora Vallina, cuestión a la que doña Jimena resolvió de inmediato dándole la razón a mi padre, aludiendo que habría que transportar el cofre de alguna manera, y que desde luego en brazos era arduo complicado.
Doña Jimena Menéndez Pidal

Cofre con los restos de doña Mafalda y doña Sancha

Así pues desde el siglo XIII y de forma ininterrumpida entre estos grandes muros han vivido comunidades de monjas de clausura, que han dedicado sus vidas al rezo y a la espiritualidad, rodeadas de un verdadero paraíso terrenal.
Cuando llegas a Buenafuente, te encuentras con un arco que da acceso a la parte monacal y a mano izquierda una empinada escalera que baja hasta una plazoleta presidida por una fuente ornamental, y en cuya vertiente derecha se alza majestuosa la enorme iglesia conventual, que preside todo el complejo.
Levantada allá por el siglo XIII, sigue con fidelidad el estilo cisterciense francés: siendo un edificio de enormes proporciones en una sola nave.
 
 

Destaca por su valor artístico, la talla  románica del Santísimo Cristo de la Salud; su rostro es una muestra latente de la espiritualidad y profundo fervor de la época.

 Cristo de la Salud. (Talla románica)
Pero la gran curiosidad de la iglesia de Buenafuente, y de donde además toma el nombre el complejo, es el agua que mana de una preciosa fuente de piedra incrustada en la pared opuesta al altar.

La "buenafuente" dentro de la Iglesia

Alrededor del templo y del monasterio se han edificado una serie de construcciones, que a la postre forman un pequeño pueblo, y que han servido como espacio de alojamiento para retiros espirituales, residencia de ancianos, etc..
 
Sin lugar a dudas y con independencia o no de las cuestiones religiosas de cada uno, es un lugar que llama al sosiego, a la tranquilidad, a la reflexión; el silencio del lugar, el rumor continuo del agua de la fuente, tanto dentro de la iglesia como en la plazoleta exterior, y las impresionantes panorámicas que desde allí se tienen del cañón del río Tajo, son un estímulo para todo eso que llamamos desconexión, cuestión que ayuda a ello la falta de cobertura telefónica…

 
 Cañón del río Tajo
 
 

 
Si estáis por las tierras del Señorío de Molina, no os perdáis una visita a este enclave, e incluso aprovechar para hacer alguna excursión como la ruta que baja desde allí hasta el puente de la Tagüenza.
 
 Ciervos pastando en las inmediaciones al Monasterio
Podéis obtener más información sobre el Monasterio de Buenafuente, incluso los servicios que allí se prestan entrando en su página web.
 
Si vais por allí ya me contaréis.


viernes, 8 de febrero de 2013

EL TREN DE MI VIDA. Un libro de Antonio Moriel.







Para los que somos aficionados a la lectura, la publicación de un nuevo libro, siempre es causa de alegría; pero esta se multiplica cuando el libro es escrito y publicado por un amigo.
Así pues quiero contaros que un buen amigo de nombre Antonio, la semana pasada presentó en una librería de Valencia su último libro…; y digo último porque aunque realmente es el primero, estoy seguro que no será el definitivo, y porque además antes de dedicarse a la prosa, ha escrito miles de poemas; más de tres mil según me cuenta el propio Antonio.
El libro de título “El tren de mi vida”, está a caballo entre la novela histórica y la biografía de Antonio en su más tierna infancia, cuando viajaba con todas su familia desde Valencia hasta Ronda (Málaga) para pasar las vacaciones estivales.
 
 Presentación del libro
La novela, narra en protagonismo de la familia Moriel-Fernández, la España de los años 60 del pasado siglo XX, la gran aventura que suponía cruzar medio país en un tren desvencijado, de traqueteo infernal, con vagones repletos, calor asfixiante y humo por todos los sitios. Al llegar a la estación el hollín en la cara delataba a los niños que habían ido todo el viaje asomados por la ventanilla.
Y es que Antonio en su libro ha sabido transmitir el ambiente casi mágico que suponía para un niño, el tema de las estaciones de tren, el ferrocarril, las locomotoras, el agudo sonar del silbato…; en pocas palabras Antonio nos hace partícipes de las vivencias, las sensaciones, las anécdotas, y sin darte casi cuenta te transporta a aquella España ominosa donde a los ojos de un niño todo era de color de rosa.
 
 
Desde esta humilde bitácora, quiero felicitar a Antonio por el buen trabajo realizado, deseando que tenga mucho éxito en la venta del mismo.
 
 Antonio Moriel Fernández
Los datos del libro son:
Título: “El tren de mi vida”
Autor: Antonio Moriel Fernández
Editorial: Círculo Rojo
Precio: 8 euros.
 
Pili, Isidro, Merces, Antonio y yo, en la presentación del libro.
Os lo recomiendo, ya me contaréis.

lunes, 4 de febrero de 2013

Bocairent y la cima del "Santo Cristo".




Al sur de la provincia de Valencia, y junto a la sierra de Mariola, se encuentra el pueblo de Bocairent; de orografía complicada por estar rodeado de grandes barrancos, su casco urbano se alza desafiante, sobre todo en la zona central, donde destaca de manera sobresaliente su iglesia avocada a la Virgen de la Asunción, con un impresionante campanario que tuvo que ser restaurado allá por el año 1766, de los graves desperfectos sufridos años atrás cuando se produjo el terremoto de Montesa (1748)
El pueblo de Bocairent tiene decenas de monumentos dignos de ser visitados, así como parajes, etc… la plaza de toros tallada en la roca, “les covetes dels moros”, las ermitas, y su encantador centro histórico.
Pero en esta ocasión os quiero contar y de paso recomendaros la ruta de la subida al antiguo convento del Santo Cristo, ubicado en una montaña al norte de la villa.
 
 
 
 
Al ermitorio del Santo Cristo se accede tras superar el impresionante puente que salva el barranco del río Clariano en sus primeros metros de vida camino del mar. El puente recibe el nombre de: “darrere  la vila” (Detrás de la Villa) y que es  ni más ni menos el puente más antiguo del municipio por el que antaño se accedía a la villa desde las tierras costaneras.
 
 

 
Está configurado con un gran arco de medio punto, y grandes lienzos de sillares, que le otorgan unas muy bella estampa, no sólo por lo esbelta y hermosa que es la construcción, sino por el lugar donde se ubica.
 
La calzada está empedrada y suavemente ladeada hacia las barandillas, para abocar las aguas pluviales que sobre el mismo caigan.
 
En el año 1563, el historiador Martí de Viciana, lo calificó como el puente más grande y elevado del Reino de Valencia.
Desde ahí comienza una senda ascendente, toda ella empedrada, que recuerda por su analogía a algunos de los tramos del Camino de Santiago;  en apenas un kilómetro y medio salva el gran desnivel que hay desde el río Clariano hasta la cima de la montaña a 720 metros sobre el nivel del mar.
 
 
En el ascenso hay varios casalicios que conmemoran la pasión y muerte de Cristo y que parece ser en determinadas fechas, los bocairentinos realizan oraciones al modo de vía crucis camino del ermitorio.
Arriba del todo: la ermita del Santo Cristo, construida allá por el siglo XVI, de estilo gótico. 
 
 
Delante de la ermita destaca un campanario, cuya principal cualidad es que es macizo, por lo que al cuerpo de campanas se accede por un lateral al mismo.
De igual manera en la facha de la ermita destaca  un reloj de sol, que sólo en los días despejados, marca del devenir del paso de las horas.
 
Junto a la ermita se encuentra un antiguo convento y la casa del capellán; y como edificación curiosa, destaca un arruinado cementerio donde parece ser que fueron inhumados soldados que luchaban en la zona durante las denominadas Guerras Carlistas allá por el  1873.
 

 
 
Desde allí las vistas de la villa de Bocairent, son más que impresionantes; donde se aprecia una inmejorable perspectiva del centro histórico del pueblo, y de los grandes barrancos que lo circundan.
 
Pero no solamente se divisa Bocairent; desde arriba se percibe perfectamente la falda norte de Sierra Mariola, e incluso se aprecia el mar Mediterráneo y la ciudad de Valencia.
 
 
 
 
Regresamos desde lo alto hasta Bocairent, satisfechos del camino andado, y admirando con privilegio los bellos contrates que el ocaso del día va otorgando a la villa de Bocairent.
 
 
 
En otra ocasión os hablaré de “les covetes dels moros”, una visita que sin lugar a dudas es toda una aventura.
 

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