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miércoles, 19 de septiembre de 2012

VIVAN LOS HOMBRES LIBRES. Hasta siempre Santiago Carrillo




Días como el de ayer nos recuerdan que somos mortales, y que los grandes hombres también dejan de existir. Me estoy refiriendo a la desaparición de Santiago Carrillo Solares.
La transición democrática reunió a grandes políticos que desde todas las vertientes ideológicas supieron poner la responsabilidad y la altura de miras, en pos de la creación de un estado democrático donde los derechos fundamentales y las libertades públicas estuviesen garantizados.
Personas como Manuel Fraga, Miguel Herrero de Miñón, Dolores Ibarruri, Rafael Alberti, Miquel Roca, Emilio Attard, Alfonso Guerra, Gutiérrez Mellado, Solé Tura, Adolfo Suárez o el propio Santiago Carrillo, supieron dejar de lado sus posiciones ideológicas primarias, incluso enfrentándose a los suyos que entendían aquello como una sumisión, en busca de  poder sacar adelante un país aletargado por la dictadura franquista, sumido en una  terrible crisis económica y que ansiaba la libertad de forma incuestionable.
 
Desde pequeño me ha apasionado la historia, y por ende también la historia de España, siendo uno de mis episodios favoritos el relativo a la transición de la dictadura franquista a la democracia, por la mezcla de sentimientos, anhelos y también decepciones en unas y otras posiciones ideológicas que se fueron sucediendo en aquellos años. Así fue como desde muy joven conocí la figura de Santiago Carrillo; para mí tanto él como Adolfo Suárez son los protagonistas indiscutibles de aquel periodo, y también los máximos responsables junto al pueblo español de que aquello saliese bien. Tomaron posiciones impensables unos años antes; posiciones que les hicieron enfrentarse a sus propios correligionarios que les acusaban de traidores y de haberse entregado al adversario ideológico.
Fue muy simbólico cuando tras varias reuniones en secreto entre Carrillo y Suárez, éste decidió legalizar el Partido Comunista el sábado santo de 1977, para evitar posibles altercados; decisión valiente ésta si recordamos que tan solo tres meses antes se había producido una matanza de abogados laboralistas vinculados al Partido Comunista en las inmediaciones de Atocha, por parte de grupos de extrema derecha.
También había leído que los dirigentes del Partido Comunista en los últimos años de clandestinidad se habían reunido varias veces en un viejo molino, en el hoz del río Gallo de Molina de Aragón (Guadalajara), cosa que me sorprendió pues yo soy natural de dicho pueblo; allá por el 2004 tuve el placer de escuchar en una conferencia al gran Carrillo y me acerqué después a saludarle, al decirle que yo era de Molina, él me recordó el frío que pasaban en las reuniones que hacían por aquellos lares, pero a su vez el buen recuerdo que tenía de las gentes de la zona.
( http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2012/05/un-paseo-por-el-barranco-de-la-hoz-en.html)
La conferencia que dio Carrillo daba muestras de que quien hablaba era un humanista con un gran ideario, que decía lo que pensaba y que vivía como pensaba, con mensajes hacia la esperanza, en pos de la convivencia pacífica con el máximo respeto hacia el que piensa distinto, ecologista, etc… en esos momentos era un joven de 89 años. Un compañero de la facultad y buen amigo Agustín Mas, recuerdo que me dijo: “ojalá muchos amigos  nuestros fueran tan jóvenes ideológicamente como este hombre…”
La extrema derecha siempre le ha tenido inquina y le han atribuido el genocidio que hubo en plena guerra civil en el pueblo madrileño de Paracuellos del Jarama; cuando el bando gubernamental y el bando franquista luchaban por el control de la ciudad de Madrid, los republicanos trasladaban a presos políticos de las cárceles madrileñas en lo que se denominaban sacas; según la  Causa General (teniendo en cuenta la fiabilidad que tiene esta fuente) se asesinaron a 2500 personas, siendo la mayor matanza hecha por el bando republicano; en esos momentos Carrillo era Delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid de ahí que le acusen de al menos haber estado enterado de lo sucedido. Carrillo siempre negó su responsabilidad y así lo han atestiguado historiadores como Paul Preston, el cual argumenta que en un momento desesperado en el contexto de una terrible guerra, pudo ser cualquiera el que decidiera aquella terrible  opción, y que por encima de Carillo había al menos quince personas que podían haber tomado esa decisión…, pero también argumenta Preston, fue más fácil para el franquismo acusar a Carrillo, para así alimentar su propaganda contra el comunismo y contra su propia persona.
Si os preguntáis por mi opinión, os comento: primero  que una guerra es lo peor que puede ocurrirle a cualquier pueblo, donde todos, absolutamente todos son vencidos, por muchos juegos florales que  unos y otros pretendan hacer. Así mismo que en esos momentos salió lo mejor y lo peor de muchas personas en todos los bandos y bajo el paraguas de todas las ideologías. Y  por último que conociendo la trayectoria personal y política de Santiago Carillo, yo estoy seguro que él nunca consintió ni mandó hacer aquel genocidio.
Cuarenta años después de aquella terrible guerra, y al poco de morir Franco, Carrillo regresa a España; y lo hace con la famosa peluca;
 
 y viene decidido a que transformando sus viejas ideas del comunismo republicano, adaptarse a las circunstancias de la nueva realidad con una evolución ideológica que lo llevan a hablar del eurocomunismo (lejos del comunismo de la Unión Soviética) y que incluso tras el 23 F se defina como un republicano “Juancarlista”.
Es decir un político de rompe y rasga, de los que nos vendría como anillo al dedo en estos momentos tan complicados para el país, por la terrible crisis económica y financiera, donde sin lugar a dudas bajo la excusa de la situación económica se está aplicando ideología liberal y de feroz capitalismo.
 
Leer sus libros, escuchar sus conferencias, y sus intervenciones en el programa de la Cadena Ser “La Ventana”, me han hecho encariñarme  y entusiasmarme con ese joven de 97 años, al que desde luego se le va  a echar mucho de menos, y al que no podremos pedirle consejo de que hacer en una u otra cuestión.
Me gustaría dejar este mundo como lo ha hecho él, viviendo hasta el último instante de su aliento, inconformista, pensador y luchador en pos de un mundo mejor.
Acabo este post, recordando aquella imagen del Congreso de los Diputados el día que Tejero y algunos melancólicos de regímenes pretéritos pretendieron dar al traste con la Democracia; en mitad de decenas de disparos, se quedaron sentados tranquilamente en sus escaños Manuel Gutiérrez Mellado, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, éste último fumándose un cigarro.
¡Viva el espíritu de Santiago Carrillo y vivan los hombres libres y valientes!

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