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sábado, 25 de diciembre de 2021

Los pueblos del Alto Tajo y su tradición de encender hogueras en la Nochebuena.



 
Desde el inicio de los tiempos la humanidad ha tenido fascinación por el fuego, un elemento tan igual y tan distinto.

 

Hace aproximadamente unos 780.000 años el hombre aprendió a dominarlo, siendo un paso gigante, que sin lugar a dudas condicionó la evolución y el devenir de la humanidad.

 
         A partir de ahí se utilizaría para cocinar, para calentarse, para guerrear y un sinfín de utilidades más.

 

         También el fuego sería sinónimo de fiesta y celebración, para iluminar la noche, para adorar a los dioses y divinidades varias que a lo largo de la historia de la humanidad han ido surgiendo, para celebrar el final de las cosechas y de igual manera para celebrar los solsticios y equinocios que ahora suponen las cuatro estaciones del año.

 
         Muchas de aquellas fiestas paganas, o de homenaje a los períodos del año, etc… han ido evolucionando en grandiosas fiestas populares, dedicadas ahora a santos, efemérides locales etc, y cuyo eje central de la fiesta sigue siendo el fuego.
 
         Los solsticios más celebrados son los que van de cara al buen tiempo, a la mayor duración del día, al crecimiento de las cosechas, a las crías del ganado etc…
 
         Una típica evolución de la celebración del equinoccio de primavera donde el elemento fuego es el núcleo central de la fiesta podrían ser las fallas de València.

 
       
   
     
      Sin lugar a dudas San Juan y sus hogueras son la evidente evolución   de las fiestas dedicadas al solsticio de verano.

 

 
         La matanza del cerdo o las fiestas de las vendimias tal vez sean las del otoño.

 
         Y sin lugar a dudas el cristianismo adaptó la celebración pagana dedicada al solsticio de invierno con las fiestas de la Navidad.



 
         
    Seguramente de aquellos orígenes y acompañado del duro clima del interior de la Península Ibérica se produce que en torno a la llegada del invierno se hagan grandes hogueras por la Inmaculada, por Nochebuena o por San Antón. 
 
          
     En los pueblos que conforman el antiguo Señorío de Molina, desde tiempos inmemoriales, en la tarde de la nochebuena se encienden grandes hogueras, que son polo de atracción de propios y extraños antes y después de la cena de la nochebuena.

 
 
 
      

    Otra vez el fuego como elemento central de la fiesta; y es que las noches del mes de diciembre en las tierras del Alto Tajo y parameras de Molina suelen ser de temperaturas frías y desapacibles, que invitan poco o más bien nada a estar en la calle, de ahí que el fuego sirve de cómplice necesario para que en unas fechas, en las que los hijos del lugar vuelven al hogar, unos y otros se reencuentren, se intercambien recuerdos, se cante algún villancico y se comparta turrones y sidra a temperatura ambiente.

 
        

      En la ciudad de Molina a lo largo de los años muchas han sido las hogueras y ubicaciones, aunque en los últimos lustros son cuatro las grandes fogatas que se hacen, una a cada punta del municipio, en el barrio de la Soledad (entrada a Molina proveniente de Madrid), en la calle de San Rita, junto al Instituto de Enseñanza Secundaria (entrada al municipio proveniente de Teruel), junto a la carretera de Castilnuevo,  y la más singular por la belleza del entorno, la de la plaza de San Francisco (entrada al municipio proveniente de Cuenca).

San Francisco
Carretera de Castilnuevo
Soledad
Soledad
Santa Rita

  En los pueblos de la comarca de Molina, la ubicación de estas grandes fogatas suelen ser los frontones que en muchos de éstos hacen así mismo la función de plaza mayor, o en la plazas y placetas abiertas en el caserío, protegidos de los vientos del norte, que por estos lares llamamos cierzo.

Hoguera de Nochebuena Otilla
         
    En general en toda la comarca, pero sobre todo en los pueblos de la sexma del sabinar y de la sierra, es típico coronar estas hogueras con el elemento denominado pimpollo, que no es otra cosa sino un pino plantado en medio de la gran pira leñosa. 
Hoguera Nochebuena de Corduente
Hoguera Nochebuena de Cobeta
 
         Así mismo en Molina desde hace unos años los componentes del club "ice riders", compuesto por aficionados a las motos, ataviados con trajes de Papá Noel, y engalanando sus vehículos para la ocasión, van de hoguera en hoguera repartiendo caramelos a grandes y pequeños, y llevando la juerga y las risas a todos los rincones del pueblo.

 
        
 
     La cosa es que la tradición venga de dónde venga, y bajo la avocación que cada uno quiera darle, sirve de argamasa para reforzar el afecto, las relaciones personales, y que cada uno de nosotros salgamos de nuestras casas y pantallas de móvil, para reencontremos con nuestros amigos y vecinos de toda la vida, que cantemos, que riamos y que con cierta nostalgia también recordemos otros tiempos y a los que ya no están en carne y hueso…

 

 
        
     Así pues, al año que viene Molina y sus pueblos volverán a encender grandes fogatas por navidad, por el solsticio de invierno, y porque hay que celebrar lo bello que es vivir. FINEM.







domingo, 26 de julio de 2015

UN TESORO BAJO LAS AGUAS DE LA LAGUNA DE TARAVILLA.



 

Hace unos días leía una reseña en un medio digital sobre la novela “la isla del tesoro”; del genial  Robert Louis Stevenson…; al poco me vino a la cabeza esa leyenda que desde tiempos inmemoriales se cuenta por las vastas tierras del antiguo Señorío de Molina, en relación al gran tesoro que se escondió en los confines del alto curso del río Tajo.


La historia es la siguiente: corría el verano del año 710 (siglo VIII); cuando el Rey Visigodo Don Roderico, y ante la entrada de musulmanes por el Sur de la Península, convocó a la “nobleza” de la época.

La reunión se llevó  a cabo en lo que es la actual ciudad de Toledo, junto a las aguas del río Tajo.



A aquella reunión, entre otros, acudió el Gobernador de Ceuta, conocido como el Conde don Julián, y a éste le acompañaba su hija, de nombre Florinda, y que según cuentan las crónicas legendarias, su belleza era comparable con la de un amanecer en primavera…
Florinda todas las mañanas tomaba el sol junto a las bravas aguas del río Tajo, e incluso tomaba el baño, siendo observada por muchos de los invitados a aquellas jornadas de reunión de estrategia -  prebélicas. 

 

Y aquí es donde la leyenda toma caminos diversos, una parte dice que entre el Rey don Roderico y Florinda surge una relación amorosa, y otra alude a que don Roderico, fuerza a Florinda a mantener relaciones sexuales. 

 
Fuera como fuese, es que el padre de Florinda don Julián entendió como una deshonra para su hija, el hecho de que hubiese existido un escarceo sexual entre don Roderico y la joven doncella, así pues a su vuelta a Ceuta, trató de vengarse de don Roderico, entendiendo que la mejor forma de hacerlo, era permitiendo el paso de árabes hacia la Península.


Así pues entre los días 19 y 26 de julio del año 711; justo un año después de las reuniones secretas junto al río Tajo, las tropas visigodas se enfrentaron a las árabes en las zonas aledañas al río Guadalete.


La batalla fue larga y cruenta, contando los cronistas de la época que el río tornó sus cristalinas aguas, en rojo sangriento, por los miles de cuerpos mutilados y sin vida  que yacían en sus riberas.


 Los ejércitos árabes, “extrañamente” aumentados en  número de soldados…; vencieron a las visigodas,  matando entre otros al propio Rey don Roderico, cuya sangre derramada supuso el fin de los reinados visigodos sobre la Península Ibérica, y la llegada de los Reinos y Taifas árabes.


Y cuenta le leyenda que don Julián arrepentido de la traición, y temeroso de que los tesoros amasados en sus años como Gobernador de Ceuta cayesen en manos sarracenas, decidió huir con su familia a las recónditas tierras donde el río Tajo da sus primeros pasos.

 

Allí escondidos en la espesura de la abrupta naturaleza, vivió sus últimos días, y para evitar que sus  riquezas fuesen tomadas por los árabes, decidió arrojarlas a las profundidades de la laguna de la Parra, años después conocida como laguna de Taravilla.

 

  

 
Florinda desesperada ante la dura vida que le esperaba, montada en un caballo, cabalgó y cabalgó aguas abajo del río Tajo, hasta llegar al sitio donde conoció a don Roderico; queriendo pensar que lo realmente  surgido había sido amor, y no violación, se comprende que Florinda se arrojase al río, con la intención  de expirar bajo el abrazo asfixiador de las aguas del Tajo… a ese lugar junto al puente de San Martín en Toledo, se le conoce hoy como el baño de la Cava…; y dicen que no es raro escuchar el sollozo de aquella bella doncella.

 

Mientras tanto en las latitudes del alto Tajo, en su preciosa laguna de Taravilla, las noches de luna llena, ésta juega a los reflejos con las joyas y rubíes que en las profundidades del lago arrojó en su día el tal Don Julián… FINEM

 


LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...